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La sustentabilidad y el Sumak Kawsay: a desterrar el desarrollo.


No es raro creer que la mejora de la calidad de vida de la gente y el ecologismo son enemigos irreconciliables, dos cosas completamente contrarias: quien se diga ecologista es una persona romántica, soñadora, inmadura, opuesta al desarrollo, que vive de utopías, y sobre todo, muy poco pragmática.

La culpable de tanta confusión es la palabra desarrollo. La definición económica que le da la real Academia de la Lengua Española es: “La evolución de una economía hacia mejores niveles de vida”. Si el movimiento ecologista es contrario al desarrollo, entonces se opondría también a que las sociedades mejoren su calidad de vida, y como es lógico, la gente rechaza esta posición. Pues bien, irónicamente, tal vez el pensamiento ecologista sea una de las ideologías más pragmáticas que han surgido, el movimiento más realista, preocupado por la supervivencia de la humanidad, y su calidad de vida.

Para entender por qué me atrevo a asegurar tamaña insensatez, creo que debemos preguntarnos ¿qué carajo es el desarrollo?

El desarrollo es una idea que surge del capitalismo, y que fundamentalmente significa crecimiento económico. El crecimiento económico está directamente ligado al consumo de materiales y energía, varias investigaciones relacionan el incremento del Producto Interno Bruto con el incremento del consumo de materiales y energía, pero además con el incremento de la inequidad en la distribución de la riqueza. Serge Latouche (2004, Sobrevivir al desarrollo: de la descolonización del imaginario económico a la construcción de una sociedad alternativa) dice esto del desarrollo:

"Podemos decir que desde sus orígenes como proceso histórico hacia 1750 con el despegue de la industrialización británica, o desde sus orígenes explícitos como política deliberada en 1949, lanzada por Harry Truman, el desarrollo ha sido repensado o vestido con 'traje nuevo', por el socialismo utópico, y después por el científico, en el primer caso, y por la estrategia de eufemización con adjetivos, en el segundo".

"Hemos visto los desarrollos autocentrados, endógenos, participativos, comunitarios, integrados, auténticos, autónomos, autónomos y populares, equitativos... por no hablar del desarrollo local, del microdesarrollo, del endodesarrollo, e incluso del etno desarrollo. Al añadirle un adjetivo al concepto de desarrollo no se pone en cuestión realmente a la acumulación capitalista. Como mucho se intenta incorporar un concepto social al crecimiento económico, como antes se le había podido añadir una dimensión cultural, y hoy un componente ecológico".

Es claro, entonces, que desarrollo y calidad de vida NO son sinónimos, el crecimiento económico no necesariamente se traduce en una mejora de las condiciones de vida de la gente en general. De hecho, hay muchísim@s pensadoras/es que creen que la acumulación capitalista derivada del desarrollo produciría exactamente el efecto contrario. Bueno, no sólo lo creen, la evidencia lo demuestra: la inequidad en la distribución de la riqueza ha aumentado y sigue haciéndolo, produciendo una crisis humanitaria impresionante, y no sólo eso, también la crisis ecológica cada vez es más grave. Me pregunto ¿si no serán la misma crisis y nuestras mediocres mentes no son capaces de verlo?

Como dice Latouche, el desarrollo se disfraza fácilmente. Es así, que en algún momento decidió ponerse el disfraz de la sustentabilidad. Hay términos, expresiones, dichos, que de tan usados han perdido su sentido y contenido; su significado original se ha quedado extraviado en algún laberinto histórico o en algún debate filosófico-político. Son ideas que han ido pasando de boca en boca, y en cada salto han ido olvidando su coherencia y debilitando su fuerza. Uno de estos conceptos es el de sustentabilidad, hoy tan vacío y prostituido, que hasta quienes en la práctica son sus contrarios, en la palabra lo defienden con su sangre.

En 1971 un académico llamado Georgescu Roegen publicó un libro titulado La Ley de la Entropía y el Proceso Económico, donde, con palabras muy difíciles, demuestra los límites físicos al aumento de la producción. El año siguiente (1972) el Club de Roma publica Los límites del desarrollo, un estudio realizado por 17 científic@s, cuya autora principal es Donella Meadows, en el que se fortalece y completa la idea de los límites físicos de nuestra querida (y única) tierra, para recibir la contaminación, dotarnos de recursos y para sostener a una población en rápido crecimiento.

Frente a esto surge la idea del Ecodesarrollo, que se refiere a la necesidad de gestar nuevas formas de producción y estilos de vida, que nazcan de la realidad, de las condiciones y potencialidades ecológicas de cada región, así como de la diversidad étnica y de la confianza en las poblaciones para la gestión participativa de los recursos.

La idea de la sustentabilidad se publica un informe titulado Nuestro Futuro Común o informe Bruntland (1987), donde están las conclusiones de varios años de trabajo de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas. La sustentabilidad que plantean no es nada más que garantizar la satisfacción de las necesidades de la población actual, sin amenazar la capacidad de atender a las generaciones futuras. No hace falta hilar muy fino, para ver que DESARROLLO y SUSTENTABILIDAD son conceptos completamente incompatibles.

Recordemos que dentro de la lógica del capital, el Desarrollo es sinónimo de crecimiento económico, y que para generar más riqueza se requiere, por un lado, del traslado de los costos culturales, sociales y ambientales a la sociedad y a la naturaleza, y por otro lado, de la apropiación tanto del trabajo de las otras personas, como del metabolismo ecológico.

Esta visión del desarrollo, desconectada de la economía real (de esa que sabe que depende de las personas, la tierra, la naturaleza y sus recursos), ha hecho que mucha gente crea que el término Desarrollo Sustentable es un contrasentido, y en realidad lo es. Un crecimiento económico infinito es imposible (recordemos que esto es la base del socialismo y del capitalismo), porque nuestro planeta tiene límites, y la economía ha dependido, depende y dependerá directamente del metabolismo ecológico y de la tierra (aunque mucha gente se empeñe en demostrar lo contrario).

La sustentabilidad, en cambio, es una idea muy poderosa, que implica que las condiciones ecológicas que sostienen la economía deben ser parte de ella. El Desarrollo Sustentable es un juego de palabras, triste y malsano, que ha permitido que la gente experta en lucrar explotando a los otros seres humanos, a la naturaleza y destruyendo la vida (y todo lo que permite que exista y se reproduzca), pueda poner etiquetas y certificaciones verdes a su negocio.

Sigo sin entender por qué tenemos esa obsesión en disfrazar al desarrollo ¿por qué, así como la sustentabilidad, muchas otras ideas muy profundas y trascendentes se han juntado a la palabra desarrollo? ¿Por qué simplemente no les damos otro nombre?

Un buen ejemplo es el Desarrollo a Escala Humana de Manfred Max-Neef, ese gran hombre chileno que ganó el premio Nobel Alternativo de Economía, que sostiene que la economía debe dedicarse a satisfacer las necesidades humanas, y no a reproducir el capital; que dice que la economía debe ser para las personas, y no solamente para producir cosas para consumir y venderlas. Sus ideas realmente significan una verdadera transformación, pero simplemente no comprendo por qué las ensucia usando la palabra desarrollo.

Max-Neef sostiene que todos los seres humanos tenemos las mismas necesidades, lo que cambia es la forma de satisfacerlas. Él habla de dos categorías de necesidades diferentes, las necesidades existenciales (4): SER, HACER, TENER y ESTAR; y las necesidades axiológicas (9): SUBSISTENCIA, PROTECCIÓN, AFECTO, ENTENDIMIENTO, PARTICIPACIÓN, OCIO, CREACIÓN, IDENTIDAD y LIBERTAD. Personalmente me gusta mucho esa visión integral de la persona, y me choca mucho esa reducción a simples entes que compran y venden.

Si consiguiéramos que la economía haga lo que según su nombre debería hacer, es decir, administrar la casa (y no lo que hace hoy: garantizar que el capital se reproduzca y crezca), y que esa administración se enfoque en satisfacer las necesidades humanas, creo que el mundo de verdad cambiaría y resolveríamos en gran medida la problemática ambiental. Un paso importante sería desterrar la idea del desarrollo.

El Sumak Kawsay o la vida plena

Para poder hablar del Sumak Kawsay, ese hermoso principio de la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas kichua, debo primero disculparme por atreverme a hacerlo, y por cualquier mala interpretación que pueda hacer. Me disculpo, porque hablo desde mi visión de ecuatoriano mestizo pseudo-occidental, y desde una lógica más bien académica, de una forma de vida, de un principio heredado, y que ha resistido, ha crecido y se ha adapto, junto con esas maravillosas culturas a las que el desarrollo tanto daño les ha hecho y les sigue haciendo. Esas mismas culturas que a pesar de ser explotadas, maltratadas, excluidas, estigmatizadas y utilizadas, aún comparten su sabiduría con nosotros.

Antes de seguir, es importante aclarar que simplemente no voy a entrar en el debate sobre el mestizaje racial, esa es una discusión que considero irrelevante, por ser educado y decir lo menos, y que sin embargo es gravísima, porque justifica la asquerosa xenofobia que tod@s conocemos. El mestizaje ha sido, y es, de tipo cultural, y ahí es donde radica su belleza e importancia.

La idea del Sumak Kawsay fue incluida en la Constitución del Ecuador del 2008, sin embargo, creo que la sociedad ecuatoriana mestiza está muy lejos de entender lo que esto significa, y mucho menos el resto del mundo. Este principio Kichua es una visión alternativa al desarrollo, y NO es otra forma de desarrollo.

Sumak Kawsay puede ser traducido como Vida Plena. Sumak significa lo ideal, lo hermoso, la bondad, o la realización. Kawsay, en cambio, significa Vida, pero no cualquier vida, se refiere a una vida digna, a una vida en balance y en armonía entre los seres humanos y el universo; el universo abarca a lo que llamamos naturaleza, territorio, biodiversidad, recursos naturales, ambiente, otras personas, otras sociedades, al sol, la luna, las estrellas, es decir, a todo.

Según Kowii (2011), para entender el Sumak Kawsay, es fundamental primero conocer otros principios que están relacionados con él:

·       Pakta Kawsay: Se refiere a la armonía entre la persona, la familia y la comunidad.

·       Alli Kawsay: La armonía. El trabajo y el Pakta Kawsay son el fundamento de la armonía entre la persona, su familia y su comunidad. Estas dimensiones se extienden al universo y sus flujos, e influencian a la vez en el espacio y en el lugar.

·       Wiñak Kawsay: La creatividad. Los principios anteriores llevan a la persona a crear y recrear. La creatividad se deriva del Tinkuy, que es la búsqueda de innovación, y que implica explorar, cuestionar y revisar constantemente los elementos que ya existen.

·       Samay: La serenidad.

La confluencia de todos estos principios produce el Runakay, que significa Saber Ser. Esta noción sintetiza la idea occidental de la realización. Según Kowii, no se debe concebir al Sumak Kawsay, sin estos principios.

La interdependencia armoniosa de la humanidad y la naturaleza (o sustentabilidad) está incluida en el Suma Kawsay, con una gran diferencia: la sustentabilidad es un ideal, mientras que el balance y la armonía son prerrequisitos para alcanzar el Sumak Kawsay. Por otro lado, el Suma Kawsay rompe con la dicotomía occidental de sociedad y naturaleza, de hecho las dos son parte del universo, se podría decir que forman un solo sistema. El Suma Kawsay es inconcebible sin un sistema ecológico en plena salud.

Haber introducido al Sumak Kawsay en la constitución ecuatoriana es una declaración, que aparentemente implica optar por la senda del post-desarrollo. El Sumak Kawsay es al mismo tiempo un paradigma ancestral y nuevo, porque requiere de un profundo diálogo intercultural para poder entenderlo. Un concepto filosófico tan profundo significa también una problematización completamente nueva de las relaciones culturales, sociales, productivas, económicas y socio-ecológicas.

Conclusión

La búsqueda y la gestación de la sustentabilidad, y de sociedades interculturales y diversas, justas y equitativas, requieren necesariamente que se destierre al paradigma del DESARROLLO y que las sociedades sean exorcizadas de todos los demonios que éste pueda dejar. Ya es hora de dejar de disfrazarlo, es el momento de dejarlo ir de una vez por todas.

El Sumak Kawsay es un principio hermoso y profundo, y es una alternativa al desarrollo, un concepto diferente, NO es otra forma de desarrollo, NO es un desarrollo decorado, es otra cosa. Ojalá, ecuatorianas y ecuatorianas, aprendamos a dialogar para poder gestar esa vida plena de la que habla nuestra constitución. Ojalá, cada pueblo de nuestra casa, la tierra, encuentre sus propios Sumak Kawsay, con sus propios nombres y caminen hacia ellos.

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