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La iniciativa Yasuní ITT desde su origen era insostenible


Yasuní ITT “Una iniciativa por la vida”, fue una de las propuestas potencialmente prometedoras dentro del campo de la conservación de la biodiversidad y la lucha representativa en respuesta al cambio climático. En primera instancia, fue una iniciativa presentada por el ex Ministro de Energía, Alberto Acosta, el 30 de marzo de 2007, en la cual se manifestó el mantener las fuentes de petróleo bajo tierra a cambio de una compensación económica representativa de por lo menos el 50% de los ingresos generados producto de la explotación del campo ITT. En junio del año en curso, el presidente Rafael Correa acató la ejecución de la propuesta; no obstante, no descartó la posibilidad de la explotación petrolera siempre y cuando esta no consiguiera los fondos que se exigía como compensación a los países internacionales actores de contaminación de diversa índole. En dicho contexto, se analizaron dos propuestas: la primera con relación a la ratificación de mantener el hidrocarburo pétreo bajo tierra, con el fin de evitar impactos directos sobre la biodiversidad y en respeto a los grupos no contactados que residen en el PNY y la segunda que no descarta la posibilidad de dar consentimiento a la explotación del campo ITT por parte de Petroecuador. 

Bajo la gobernanza del primer mandatario en turno, se estableció la compensación requerida por parte de otras naciones, donde el objetivo era recaudar 100 millones de dólares para diciembre de 2011, valor monetario que eventualmente aumentaría a la totalidad de 3,6 mil millones para el 2024. Al establecer dicho valor, prácticamente estaba renunciando al verdadero valor del campo ITT (7 mil millones) a su vez, excluía infraestructura y carreteras que implicaba la tala y cosecha del bosque, fuentes adicionales de ingresos para el gobierno. A su vez, a finales del 2007 el gobierno ecuatoriano emitió los decretos 847 y 882; autorizando el establecimiento de un “Fondo Nacional de Desarrollo” y creando una Secretaría Técnica. Ambos previstos para ayudar al país a promover y desarrollar proyectos de energías renovables, sistemas de transporte para disminuir la tasa de pobreza e incentivar al acceso equitativo a la atención médica y educación (Davis, 2008) 

En agosto de 2008, se declara que en lugar de que se compre petróleo, se emitirá “Certificados de Garantía Yasuní” para el CO2 encerrado en los campos petroleros, idea que se transformaría en productos fungibles en el mercado internacional de créditos de carbono (Finer et al., 2010). También se estipuló que los ingresos provenientes de donaciones y la venta de certificados se verían gestionados por un “Fondo Fiduciario Yasuní ITT” los cuales se usarían para financiar proyectos de desarrollo sostenible. Desafortunadamente, después de recaudar solo 336 millones en promesas de contribuciones durante cinco años, equivalente a menos del diez por ciento de los fondos necesarios, las donaciones fueron de 13 millones lamentablemente (Nature, 2013: 382). La incapacidad de alcanzar los fondos requeridos se traduce en la paralización de la iniciativa, pese a contar -en palabras de Baki- para aquel entonces con el apoyo de “15 gobiernos del mundo, la mayoría países en desarrollo, 20 organismos internacionales, 39 alianzas con el sector empresarial nacional e internacional y ciudadanos de 40 países.” (El Telégrafo, 2013)

El presidente decide dar por terminada la iniciativa Yasuní ITT en agosto de 2013, alegando que “la pobreza aplica mayor presión a la naturaleza” (Swing, 2013), lo cual desencadenó en la ejecución del “Plan B”. Durante la rueda de prensa que manifestó el presidente Rafael Correa, reveló de manera indirecta que el Art.57 de la Constitución estaría en peligro. Con relación a Yasuní, las tierras debían ser protegidas de todo tipo de industrias extractivas; hábilmente manipuló con su discurso culpando a otros y declaró que abandonar la búsqueda de pagos internacionales sería necesaria para superar la pobreza. También afirmó que Ecuador tiene derecho a desarrollarse como otro país industrializado y argumentó “ insisto que vamos a explotar nuestros recursos naturales, como lo hacen todos los países del mundo” No podemos ser mendigos sentados en un saco de oro (Aljazeera, 2014). Históricamente, los hechos suscitados desafortunadamente tienden a recaer en el intento de lo que en su momento fue el intento de lograr unificar objetivos de conservación con desarrollo implícitamente ligados a la explotación de nuestra madre tierra; pero ¿Cuáles fueron los detonantes para el fracaso de la iniciativa Yasuní ITT? 

Entre los desafíos insuperables que tomaron escena fueron: La búsqueda de donantes y financiamiento; se esperaba que países como EEUU y Japón, grandes potencias mundiales, contribuyeran económicamente. Sin embargo, el primer mes se recaudó 1/1000 del requisito del primer año (Swing, 2011). La presión política para desarrollar las reservas ITT; los precios del petróleo se encontraba en su mejor momento, funcionarios gubernamentales se opusieron ante la iniciativa del “Plan B” como fue el caso del Ministro de Minas y Energía, Alberto Acosta quién señaló “pocos funcionarios entendieron la racionalidad subyacente de la propuesta y para muchos de mis colegas era inconcebible que el ministro a cargo del desarrollo del petróleo estuviese en contra” (Rival, 2009). El compromiso nacional para el desarrollo continuo del petróleo en otras áreas del Ecuador, la propuesta a pesar de ser innovadora no llevó a cabo ninguna acción para evitar la contaminación, la deforestación y la destrucción del hábitat asociada con la producción de petróleo, ni evitó el desplazamiento de los pueblos no contactados tomando en consideración que gran parte de la explotación ocurre dentro de zonas protegidas e intangibles hasta la actualidad. El riesgo de fuga a través de compensaciones de carbono, su mecanismo de mitigación convertía a sus actores como  peones neutrales con relación a las emisiones de carbono y finalmente los posibles motivos ulteriores en nombre de los planificadores nacionales, es decir, se sospecha que la iniciativa fue menos política energética progresista y más un movimiento político astuto por parte del presidente en curso (Sovacool & Scarpaci, 2016).

Si bien la iniciativa Yasuní ITT no tuvo una ejecución prometedora dentro del contexto de nuestro país, es considerada globalmente como una propuesta innovadora que puede adaptarse y complementarse con otras estrategias de mitigación de cambio climático. En síntesis, engloba varios aspectos que tanto el Protocolo de Kyoto como el programa REDD no acaparan en su totalidad, como es el de promover a la participación activa de los países en desarrollo, proteger a la biodiversidad, respetar a los pueblos indígenas y los derechos humanos y promover a un nuevo estilo/modelo de desarrollo que es humano, equitativo y sostenible. Incluso, se ve fundamentado en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU. Actualmente no se ha pronunciado un determinado país que haya implementado dicha alternativa eco-sustentable dentro de su marco legal pero a futuro promete grandes beneficios.

La problemática sobre la iniciativa que he tratado de manera concisa a lo largo de estas cortas pero veraces páginas, en síntesis, radica esencialmente en como un gobierno oportunista se ingenio la manera para tratar de cambiar la matriz productiva de nuestro país en base a un discurso politiquero con afirmaciones vacías disfrazadas de “conservación” “desarrollo” “progreso” para ganar votos y apoyo evidentemente. En particular, el caso Yasuní marcó un hito para todos los ecuatorianos; la esperanza que se promulgó en un inicio con la aceptación de la propuesta se desmoronó gradualmente cuando se transmutó a lo que sería una vez más la explotación de nuestra patria en son de intereses particulares. En contexto, el PNY desde hace varios años hasta la actualidad enfrenta grandes retos que son responsabilidad de cada uno el exigir su cumplimiento; entre ellos se encuentra el preservar las fuentes de “oro negro” que se encuentran contenidas bajo tierra, evitar la emisión de cientos de toneladas de dióxido de carbono o la mayor parte que aún se encuentra contenida, preservar el tesoro ancestral étnico de nuestros pueblos no contactados, mantener bajo cuidado exhaustivo nuestra biodiversidad tan aclamada a nivel mundial y sobretodo concientizarnos de que lo intangible económicamente es más valioso y único que cientos de dólares que llevan tras de sí una historia de sufrimiento y explotación que incluso terminan desgraciadamente con la muerte de nuestra alma en vida.

Bibliografía

Aljazeera, Beating Big Oil? Ecuador's pristine Yasuní, 29 September 2014. Available at 〈http://www.dailynews724.com/local/beating-big-oil-ecuadors-pristine-Yas…〉.

Davis, Tracy C., 2008. Breaking ground without lifting a shovel: Ecuador's plan to leave its oil in the ground. Houston J. Int. Law 30, 243–258.

El Telégrafo. (14 de 08 de 2013). El Telégrafo: Iniciativa Yasuní ITT ha recaudado $ 376 millones (primera edición). Obtenido de El Telégrafo: Iniciativa Yasuní ITT ha recaudado $ 376 millones (primera edición): https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/economia/4/iniciativa-yasuni-it…

Finer, Matt, et al., 2010. Leaving the oil under the Amazon: Ecuador's Yasuní-ITT Initiative. Biotropica 42 (1), 63–66. 

Finer, Matt, Jenkins, Clinton N., Pimm, Stuart L., Keane, Brian, Ross, Carl, 2008. Oil and gas projects in the Western Amazon: threats to wilderness, biodiversity, and indigenous peoples. PLoS One 3 (8), 1–9.

Nature, Amazon Drilling, vol. 500, August 22, 2013, p. 382.

Rival, Laura, 2010. Ecuador's Yasuní-ITT Initiative: the old and new values of petroleum. Ecol. Econ. 70, 358–365.

Sovacool, B. K., & Scarpaci, J. (2016). Energy justice and the contested petroleum politics of stranded assets: Policy insights from the Yasuní-ITT Iniciative in Ecuador. Energy Policy, 158 - 171. Obtenido de Elsevier: Energy justice and the contested petroleum politics of stranded assets: Policy insights from the Yasuní-ITT Iniciative in Ecuador.

 Swing, Kelly, 2011. Fight for Yasuní Far from Finished. Science 331, 29.

 Swing, Kelly, 2013. Yasuní oil plans call for vigilance. Nature 501, 316.

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